COMENTARIOS Y FOTOS DE LA “RUTA DE MERCADOS” DEL SÁBADO 15 DE FEBRERO
Amanecía el Sábado dejando atrás una noche de aguaceros que me tenían en vilo desde las 6 horas de la madrugada, por no saber si San Pedro continuaría vertiendo cubos desde las alturas angelicales. En contra a la costumbre, el poner los pies en los suelos, alzarme, acicalarme, desayunar y prepararme; me iban a costar menos esfuerzo a pesar de ser fin de semana y tan temprano.
Y eso sín dejar de sentir ese cosquilleo en la barriga que uno tiene siempre que se enfrenta a un grupo, como les pasa siempre a los actores antes de salir a escena y subirse al escenario. Una de las cosas que motivan a pesar del paso de los años y de cientos de clientes que siempre sorprenden con sus preguntas, comentarios y puntos de vista. Al fín y al cabo, esto de ser guía de ciudad o acompañante de grupos por el mundo, tiene algo de actor y siempre se desarrolla un papel según las necesidades.
En esta ocasión empezamos la ruta de los mercados desde la Puerta de La Macarena, un lugar emblemático por ser la puerta de entrada de los reyes cristianos a la ciudad de Sevilla y que por entonces se encontraba al comienzo de la “Calle Real” (la actual San Luis). El propio Arco o Puerta nos servía como punto de encuentro y allí fué donde nos reunimos.
Entre los integrantes del grupo teníamos a mucha gente conocida, algunos amigos locales que tenían una gran curiosidad por saber un poco más de su propia ciudad. De hecho alguno con tantas ganas, que parecía que fuera foráneo y no nacido y criado en Sevilla. Otras de las presentes se arriesgaron inclusíve a venir muy temprano desde Huelva, dando ese sabor choquero al grupo , dispuesta a someterse a ese grado de tortura que a veces suponen las visitas guiadas por las ciudades. Y con todo, también se apreciaban muchas legañas y caras de sueño empezando por la del propio guía.
Llegamos al Mercado de la Calle Feria por detrás, desde la Plaza de Calderón de la Barca, justo donde se encuentra la Casa-Palacio de los Marqueses de La Algaba, y allí nos paramos antes de entrar por la zona de las pescaderías del mercado.
No había aún mucho movimiento porque era aún temprano aunque es normal que al mediodía se ponga la placita llena de gente buscando un rayo de sol y un botellín de “Cruzcampo” mientras charla con algún amigo de cualquier cosa acontecida en la semana. Es un mercado fundamental para entender el desarrollo comercial de la ciudad y de como era de grande Sevilla ya en esos tiempos bajo dominio musulmán y sobretodo, con el esplendor cristiano después del descubrimiento de América.
Continuamos hacía La Encarnación, casi buscando más un café que el propio mercado y que hiciera entrar en calor porque la mañana estaba siéndo muy “fresquita”. Se pudo presenciar el gran ambiente que hay en la calle Regina y saludamos a los amigos sardos de “Piaceri Italiani”, un buen lugar dónde uno puede tomarse un buen “spritz” veneto acompañado de sus embutidos y quesos italianos correspondientes. Una calle que merece la pena re-descubrir; aunque alguno era la primera vez que pasaba por allí. Pero incluso a los que pasamos por la calle Regina casí a diario, sorprende siempre girar la esquina y ver la estructura del Metropol Parasol, que aparece como arte de magia e inesperadamente y que tiene un fuerte contraste con los alrededores donde se ubica.
Lo que es innegable (dentro la pólemica que suscitó el proyecto, la obra, el sobrecoste y los tiempos de finalización de la misma) es que se trata de un nuevo centro de interés turístico de la ciudad. El café despertó lo suficiente para continuar hasta la antigua Puerta de Triana, cerca del encuentro de la calle Reyes Católicos con San Pablo, y así abandonamos el centro histórico de la ciudad para adentrarnos en el Puente de Isabel II, la antesala all cálido barrio de Triana.
Ya habían pasado casi las 3 horas y no nos habíamos dado ni cuenta. Parece que el grupo podía seguir andando hasta El Aljarafe o incluso hasta la provincia de Huelva. Pero sobretodo, a esas horas pasado ya el mediodía, se olía a ese ambiente distendido del Mercado de Triana y la ansiada cerveza que iba a poner colofón a nuestra ruta.
Con un guiño al Castillo de San Jorge, que a mí siempre me recuerda al buen vino de Barbadillo (no sé porque mi cerebro lo asocia de esa manera), nos adentramos en el edificio público más típico del barrio que sirve como lugar de reunión, de compras e incluso de actividades culturales, ya que dentro hay una pequeña sala de teatro.
En este caso fué como entrar dentro un agujero negro porque allí terminamos la visita y nos quedamos horas y horas charlando, comiendo chacina, paella, sushi…y casi acabamos con las existencias de la cerveza local artesanal, elaborada en el propio mercado…que es un pequeño reino “Taifa” dentro de la propia ciudad.