Lucía un espléndido sol y un suave vientecillo recordaba que el invierno aún estaba aquí, pero el Día de la Mujer Trabajadora, empezaba a transmitir de que sería una fecha ideal para andar por el centro de Sevilla.
Caras conocidas en el Arco de La Macarena y gentes provenientes de casi todos los barrios de la ciudad: El Cerro del Aguila, Nervión, Los Remedios, e incluso unos visitantes toledanos, daban muestra de que no solo los locales están interesados en conocer los mercados de su ciudad y la historia.
La Primavera está ya a la vuelta de la esquina y motiva seguir caminando por la ciudad que es un exponente de ésta época del año. De hecho el calor a media jornada pasaba los 20 grados y los naranjos dejaban ya ver sus pequeños bulbos de azahar que empiezan a impregnar la atmósfera hispalense, mezclado ya con el incienso.
Para mí, este periodo significa comenzar a viajar como guía acompañante por algunas de las lejanas o no tanto, tierras europeas con los grupos de turistas. Significa romper la temporada de estar en casa, de mis quehaceres diarios, de la comodidad de tu refugio, de estar con familia y amigos de siempre, para empezar a tirar de mi maleta durante meses y cambiar de hotel cada jornada de mi temporada laboral. La profesión de los guías acompañantes o guías correo, lleva marcado a fuego un lema “nómadas del siglo XX y XXI”, con nuestra “casita” siempre encima, enseñado, guiando, mostrando rincones del Viejo Continente que son ya, después de tantos años, como nuestra casa.
Pero la verdad es que con sus “pro” y sus “contra”, el ejercer de guía local en mi ciudad, me llena de satisfacción e ilusión, porque Sevilla me encanta y me parece genial para pasearla y descubrirla, como otras “viejas” bellas señoras de Europa.
El punto de encuentro de La Macarena es realmente uno de los mejores sitios donde uno puede quedar en Sevilla, tanto en cuanto, por esa puerta de la muralla entraban reyes y gentes importantes a la ciudad. Y no vamos a ser nosotros menos, a pesar del gentío tempranero que despertaba una boda en la Basílica de la Esperanza Macarena, acto de alta importancia en la vida de un/a sevillano/a. Además uno puede notar como la antigua calle Real, hoy San Luis, rezuma historia,arte, leyenda y como podemos contemplar desde la puerta, el actual Parlamento de Andalucía, obra cumbre del Renacimiento local.
Una vez en la calle real nos desviamos por la calle Pozo y Relator para llegar a la Plaza de Calderón de la Barca, y afrontar el Mercado de la Calle Fería. A pesar de no ser tan temprano, no hay mucho barullo y se nota, el bajón de afluencia por la crisis. Pero tiene un encanto único y entran ganas de quedarse por ese barrio a disfrutar de los nuevos negocios alrededor de Feria y Regina, que como cada segundo sábado de mes, sacan las tiendas a la calle para “enamorar” a los transeúntes. De hecho, me resultó dificil tirar del grupo porque algunas chicas quedaban encantadas de ver tanto escaparate bonito.
Llegamos a la Plaza de la Encarnación con ganas de quitarnos ropa, porque el sol picaba y al mismo tiempo, con ganas de ver el siguiente mercado. Viendo tanto producto interesante, aquí el público pedía ya una parada técnica para una “fresquita” y algo “pa acompañar”. Por eso, desviamos el rumbo e intentamos atracar el barco de la visita en “Blanco Cerrillo” pero como siempre…estaba atestado; así que lo intentamos en otro lado.
Tras reponer fuerzas, saludamos a los amigos de “Derby”, una tienda de ropa de hombre puntera en Sevilla y ejemplo de la elegancia local, y echamos la última “patadita” para pasar bajo el imaginario arco de la Puerta de Triana y llegar hasta el rio grande, Guadalquivir. Las imagenes a esa hora de las catorce, eran casi veraniegas. Mucha gente cruzando el puente de Isabel II en ambas direcciones y muchas otras a las orillas del rio, refrescandosé y con ganas de aprovechar la primera tarde de Primavera.
Nos hicimos fotos en grupo y estabamos deseando terminar para poder disfrutar de un refresco y unas gambas de Huelva. Así que entramos sobre las antiguas reliquias del castillo árabe y comprobamos que el Mercado de Triana tiene tirón a todas las horas. Da igual una cerveza artesanal, comprar pescado donde Antonio, probar unas ostras o sushi, o entrar en el teatro donde te daba la bienvenida el propio Antonio Dechent apostado en una de las cajas de fruta-sillas que tienen a la puerta.
Espero que lo sigais pasando así de bien, porque para mí está siendo un auténtico placer.